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Valentín García

El regreso del Ángel Amateur

Actualizado: 2 may 2021

Por Valentín García para Revista Desde La Trinchera


Danos esas palabras mágicas. Ese melodrama vestido de cuentos bonitos, esas rimas acidas y mordaces. Danos tu ingenio sin igual, tu cantar estridente. Danos la ferocidad, como un buen Calibán que sos, que el público lo necesita. Danos tus historias repletas de agonía, luz y rebeldía.



El Indio Solari volvió a presentarse después de un tiempo, en esta oportunidad junto a su banda Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, en un show con una puesta en escena descomunal, pocas veces vista en el país. Fue a la vera del emblemático Lago Epecuén, al suroeste de la provincia de Buenos Aires, en el mismo sitio donde la turística Villa de “baños curativos” quedó bajo aguas tras las inundaciones de 1985 (quedó bajo agua en serio; el agua cubrió más de dos metros al ejido urbano y sus habitantes se vieron obligados abandonar sus viviendas, hoteles y tiendas y nunca más pudieron volver). Ante un panorama ocupado por las ruinas de aquel pueblo fantasma que recuerda la destrucción dejada por una guerra, LFDAA propinaron uno de sus recitales más soberbios y épicos.


En esta ocasión Solari participó como artista invitado, casi al final del recital sin público presente –ya que ya había sido grabado y editado, para evitar que se aglomere gente- presentando dos canciones nuevas en su tenor, “Rezo solo” y “Encuentro con un ángel amateur”. La primera representa un rock and roll fresco, que recuerda por momentos al inédito Redondo “Roxana Porcelana” y mantiene resonancias de “La oscuridad”, canción presentada en su último trabajo discográfico. Así empieza Rezo solo…


Si rezo solo dios se aburre igual

Pero así, creo, me escucha mejor

Parece que en el cielo no se portan bien...

Se ensucian con su más feo resplandor.


Una voz con “aire desganado”, como refiere el ex Redondito de Ricota más adelante en esta canción, que dio la sorpresa de la noche apareciendo a través de las súper pantallas que rodeaban al escenario. Y aunque el Indio no estaba allí corpóreamente, sino que era una mera expresión virtual, sin embargo imponente y majestuosa, la energía que emanaba su sola presencia generó una explosión de espectadores en YouTube, plataforma desde la cual la banda decidió a último momento hacer público el show, para felicidad de los que no habíamos podido pagar la entrada en Ticketek. No fue la vez primera que el cantautor platense ofrece este tipo de batacazos (más allá de los recitales multitudinarios a los que nos tiene acostumbrado). En marzo de 2020, antes del estallido de la pandemia, se había presentado en forma de holograma, en lo que tal vez marcó un hito en el mainstream mundial: el holograma de un cantante consagrado cantaba, bailaba y hacía conmover a miles de espectadores dentro del estadio Malvinas Argentinas y después en las redes. Aquejado por una enfermedad malvada, esto significó la mejor forma de mantener ese vínculo tan particular con el colectivo ricotero que aflora en cada rincón del país.





Un rato después Indio y LFDAA salieron a la cancha con “Encuentro con un ángel amateur”. No hay en el catalogo lírico del Indio una pieza musical tan autorreferencial como esta.

Empiezo por el final

Terminaré en el principio

Mis intereses quizás

No fueron saludables


…en lo que constituye, quizás, una suerte de expiación moral, una especie de “disculpa” general del artista que a través del arte es escuchado, cantado y querido, componen la clave de este inicio intimista y necesario desde una estética que se congracia junto a una guitarra acústica suave, risueña, "hapinessca".


Yo ya no puedo cumplir

Hazañas que prometí

Solo seguir cantando...


Pero, ¿por qué se disculpa el Indio? El mítico líder que mueve pasión de multitudes como pocos en Argentina, está pidiendo perdón por no poder cumplir viejas y nuevas promesas. En más de una ocasión confesó no poder hacerse cargo del afecto de miles que lo idolatran. La pregunta es ¿quién podría? Es la condena del paraíso que prefigura en ese texto lirico, la misma con la que cargó Diego Maradona, en un camino lleno de espinas y de rosas, habitado por sus detractores impíos y por seguidores más que leales. Es muy pesada esa cruz, la cruz del ídolo popular sobrenatural, inquebrantable según la ley de las leyendas vivas. En Indio es como en Diego, la estrella de aquel que carga una cadena perpetua por ser quienes son, vigías en medio de una sociedad necesitada de resplandores por fuera de lo ordinario de la vida contemporánea. Son como símbolos íntegros, intactos, inmaculados a los que ir para festejar, para celebrar en una cancha como en un recital y a todo trapo, a pesar del orden de las cosas impuestas desde la moda imperante, los dueños del poder y el paso inexorable del tiempo.


Esperamos que esta no sea la despedida.




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