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La represión social

Análisis a partir de tres obras de Antonio Berni



En estos tres dibujos inéditos de Antonio Berni, se grafican explícitamente los atropellos llevados a cabo por las fuerzas del orden contra los civiles. En su trazo tosco y nervioso se puede leer la violencia que supone semejante hecho de agresión contra la población que reclama; y su forma rápida de dibujar supone la manera en que se perpetúan y la rapidez con que acontecen. La represión social parte de un estado autoritario que se cree impune y todopoderoso para accionar en contra de pedidos de justicia o de derechos cívicos y es por lo general amparado por las fuerzas del poder establecido. Su legitimidad es amparada por los estamentos sociales que cuentan con la fuerza represora para accionar y su agresividad en el funcionamiento no tiene límites. Es más, es justificada como beneficiosa para restablecer el orden alterado. La represión se transforma así en un hecho que muchos ven bien y formatea a nivel social la aceptación de tales acontecimientos como una vuelta a la normatividad y al equilibrio.

Berni ejemplifica aquí lo acontecido durante los años de la dictadura en Argentina y nos muestra el grado de virulencia con que tales circunstancias se llevaron a cabo y fueron causa de las torturas y las desapariciones en nuestro país.




Su colorido es escasamente cromático para destacar la dramaticidad de lo ocurrido y dejar una vez más constancia del alto grado de injusticia y atrocidad con que fue perpetrada la represión en contra del pueblo. Las imágenes producidas durante estas fechas contienen una actualidad vigente que puede leerse cada vez que acontecen actos sociales de insurgencia. Sus dibujos son reales y denotan la carga de ataque y de amonestación en contra de quienes se manifiestan. Deja así establecido cómo las fuerzas represoras mantienen el status quo y llevan a cabo la purga de los insurrectos, aunque esto suponga actuar en contra de los reclamos lícitos de los gobernados. La represión social desde el estado se constituye de este modo en el brazo ejecutor de un poder que direcciona el desarrollo de los acontecimientos y aplasta así toda tentativa de rebelión posible con la intencionalidad de seguir manteniendo un orden de cosas ya establecido de antemano. El grado de injusticia es exponencial al orden establecido y forma parte de los mecanismos de control con que cuenta un estado represor para mantener su poderío y su incuestionabilidad.



La intolerancia y su alto nivel de reacción juegan un papel fundamental a la hora de evaluar los resultados. La represión desde lo social ha sido siempre la herramienta de dominación para generar deslegitimación y control de los estallidos populares. Y un recurso para doblegar el ímpetu de la población. Es de esperar que la llama de la sublevación continúe encendida a fin de que los que gobiernan comprendan que fueron electos para ejecutar el mandato que la civilidad les otorgó con el voto y la voluntad de crear un gobierno más justo para todos.


Tandil, noviembre 2020


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