En medio de la pandemia por covid-19 el pueblo colombiano sale a las calles a protestar contra una reforma tributaria que golpea a las clases medias y bajas de la sociedad. Frente a este marco de movilización popular el gobierno neoliberal de Iván Duque responde con impotencia y represión, militarizando las calles. Lejos de replegarse, el pueblo colombiano redobla sus protestas anunciando nuevas huelgas generales por parte de las Centrales Trabajadoras reunidas en el Comité Nacional del Paro.
Como sucedió en Chile y en Ecuador a fines de 2019, y como aconteció en Perú el año pasado, Colombia está viviendo tensos momentos de una rebelión popular inédita que pone de pies para arriba a un gobierno que solo se ha esforzado en imponer un régimen a favor de las clases altas. Según reportes oficiales ya son 19 los fallecidos y más de 800 las personas heridas que deja como saldo los disturbios acontecidos en las principales ciudades del país, entre ellas su capital, Bogotá. Por otro lado se desconoce el paradero de decenas de personas en medio de la represión social.
Producto de la presión popular vivida a lo largo de estas semanas, y luego de fracasar en sus intentos de “negociaciones” acerca de la reforma tributaria, el gobierno ha decidido retirar de manera definitiva el proyecto. Es que de los $28 billones que se pretendían recaudar con la reforma tributaria original, el 87% lo ponían los trabajadores y solo el 13% restante los sectores capitalistas. Valga recordar que el quebranto del país latinoamericano está vinculado con que más del 40% de su población se halla bajo la línea de la pobreza (alrededor de 21 millones de colombianos y colombianas en esta situación), y tampoco la situación epidemiológica es la mejor, con hospitales abarrotados de casos de covid-19. En medio de esta conmoción el gobierno intenta una peligrosa reforma del sector de la salud hacia la privatización.
Mientras tanto el gobierno estadounidense de Biden y sus emisarios en América Latina avala y apoya las medidas tomadas por Duque y su equipo, en contra de las movilizaciones y a favor de la pauperización obrera, llamando a una mesa de dialogo que no avizora mayores cambios en la mirada económica y social del gobierno. La movilización popular comprende una nueva oportunidad para decir basta al atropello de los gobiernos neoliberales, para rechazar las privatizaciones y las reformas conservadoras, denunciando la represión, las desapariciones y las muertes por parte de las fuerzas estatales y paraestatales criminales. El pueblo de Colombia sigue caminando.
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