Las tomas de terrenos no son nuevas. La mayoría vienen desde hace ya algún tiempo aunque algunas de ellas puedan haber surgido como consecuencia de las difíciles y complejas situaciones a las que una enorme mayoría de nuestro pueblo está siendo sometida bajo el signo negativo de una pandemia de Covid-19 que parece no ofrecernos tregua.
Desde el 24 de julio, unas 300 familias decidieron tomar tierras en el barrio Numancia, partido de Presidente Perón. Con el transcurso de los meses la toma creció, hoy cerca de 3000 familias se encuentran ocupando terrenos. Casi un mes después, unas 20 familias tomaron tierras en inmediaciones de la Estación Victoria, partido de San Fernando. En el caso de esta última toma, el desalojo se produjo el jueves 11 de septiembre por orden de la jueza, Sandra Arroyo Salgado. En el caso de la primera, la Cámara de La Plata ordenó el desalojo y habilitó “recurrir al auxilio de la fuerza pública” para concretarlo.
¿Quién impulsa las tomas?
En primer lugar, considero que el problema de la vivienda es impulsado por la propia dinámica de la economía capitalista. Una dinámica que propende a generalizar la organización de relaciones sociales y de producción capitalistas. En la actualidad, causantes exclusivas de que vivamos en una sociedad que genera opresores y oprimidos desde un punto de vista político; apropiadores y expropiados desde un punto de vista económico; e incluidos y excluidos desde un punto de vista social.
En segundo lugar, creo que otro elemento impulsor de las tomas es la enorme dificultad en el acceso a la tierra -tanto para producir como para habitar- de una gran parte de la población y que viene atada con un conjunto de factores que tienen una incidencia, en mayor o menor medida, sobre la problemática habitacional. Esos factores van, desde la alta concentración de la tierra en pocas manos hasta los niveles de desarrollo y preponderancia que ha tenido en los últimos años el sector financiero en nuestro país. El rentismo y la especulación se constituyeron como dos poderosos vectores en nuestra economía de país subdesarrollado, subordinado al papel de productor de materias primas y de productos con bajo o escaso valor agregado.
En tercer lugar, las deficitarias respuestas respecto al tema de la vivienda por parte del Estado en todos sus niveles: nacional, provincial y municipal. Este último elemento constituye un problema que tiene intima relación con los dos elementos mencionados anteriormente y también actúa como impulsor de las tomas. Pues, los distintos gobiernos a lo largo de toda nuestra historia, no han logrado imponer una política de Estado que preserve los derechos constitucionales que los argentinos y las argentinas tienen en materia de derecho a la vivienda digna. Algunos gobiernos avanzaron un poco, otros directamente no se plantearon el problema o si lo hicieron fue para satisfacer las demandas que exigían rentistas y especuladores sin tener en cuenta las necesidades de los ciudadanos y ciudadanas.
Un estudio de las áreas de Derechos Económicos, Sociales y Culturales e Inclusión Social, Justicia y Seguridad e Investigación del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) sostiene que en “estas situaciones se expresa el conflicto entre lógicas distintas: las necesidades sociales, los mercados legales e ilegales y las políticas públicas. En este capítulo identificamos los actores que componen el entramado de la demanda por el acceso al suelo, los modos de articulación con las diversas agencias del Estado y los distintos niveles de gobierno y los mecanismos de acumulación de renta. También analizamos diferentes momentos que atraviesan estos procesos: la ocupación del territorio, la consolidación, que incluye articulaciones con negocios informales y, en algunos casos, ilegales, y el desenlace del proceso que algunas veces concluye con la regularización en el largo plazo, y otras, con el desalojo.”
El drama de las familias que salen a tomar terrenos pone en evidencia uno de los costados más terribles y dramáticos a los que el capitalismo nos somete como seres humanos. Las imágenes que hemos visto, donde familias con niños y niñas se encuentran en medio de la pandemia de Covid-19, en pleno invierno y en medio de terrenos con agua son más que elocuentes. La necesidad tiene cara de hereje, dice un viejo refrán. Y es la causa principal que impulsa a miles de familia a exponer hasta su cuerpo e integridad física con tal de alcanzar aquello que la Constitución Nacional les consagra pero el mercado capitalista les niega: lote de tierra donde poder edificar y vivir dignamente.
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