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El Covid-19 no tiene ideología

Actualizado: 28 abr 2021

Sin dudas, el año que pasó será recordado como uno de los peores años de nuestra historia reciente. Desde fines de 2019 la humanidad ha sido jaqueada por el Coronavirus. Con la velocidad de un rayo, éste comenzó a propagarse desde la zona central de la República Popular China para luego culminar esparciéndose al resto del planeta en cuestión de semanas. Los resultados han ido variando y la “batalla” contra el virus pone en evidencia la lucha por la hegemonía mundial abriendo la posibilidad a discutir otros proyectos más allá del salvaje capitalismo.


Hasta aquí la historia es conocida y se desarrolla en medio de una escalada y tensión constante de lo que eufemísticamente se denominó “guerra comercial” entre los Estados Unidos y la República Popular China. No son pocos los analistas que indican un nuevo retorno al contexto de Guerra Fría que durante varias décadas del siglo XX mantuvo en vilo a la humanidad llevándola, en más de una oportunidad, al borde de la destrucción nuclear.


La estrategia utilizada, desde un primer momento, por los halcones de la Casa Blanca en Washington fue la demonización de la República Popular China. El gobierno de Donald Trump no escatimó insultos contra China ni se ahorró agravios contra el pueblo chino. Solo basta recordar la denigrante teoría de la sopa de murciélago para tener en cuenta la magnitud de la campaña sucia emprendida por el gobierno de Trump y sus aliados.


La República Popular China respondió enérgica y eficazmente, tanto en los dichos como en los hechos, demoliendo todos y cada uno de los bastardos argumentos sinofóbicos que el gobierno de Estados Unidos vertió agresiva e imprudentemente utilizando las cloacas comunicacionales del “mundo libre”.


Pero el escupitajo al cielo del gobierno norteamericano y sus aliados, por acción de la ley de la gravedad y la justicia, volvió sobre sus rostros poniendo de manifiesto la enorme decadencia en la que se hunden los Estados Unidos y sus seguidores de Occidente. Los discursos racistas, tanto del gobierno como de los seguidores del lunático y megalómano millonario presidente Trump, chocaron contra la realidad de un país que se desgarró ante la imagen de tres policías asfixiando al indefenso George Floyd en las calles de Minneapolis. A diferencia de la sopa de murciélago, el brutal asesinato contra Floyd pudo verlo todo el mundo, el “libre” y el otro. También pudimos comprobar las brutales represiones a las que el gobierno de Trump sometió a su propio pueblo cuando este salió a exigir justicia por el cruel asesinato de Floyd. También pudimos ver los muertos y heridos de esas represiones que el “mundo libre” tanto justifica y gusta de llevar adelante. Incluso hasta pudimos ver la salvaje y brutal represión contra pacíficos manifestantes en las puertas de la Casa Blanca con el único objeto de que Trump pudiera salir a sacarse una foto con una biblia en la mano.


Amenazas a la salud mundial

Desde hace un tiempo, el multimillonario Bill Gates viene advirtiendo sobre una serie de apocalípticas profecías que la humanidad deberá atravesar en los próximos años. Incluso predijo la posibilidad de una pandemia. Esto le atrajo muchos simpatizantes pero también algunos detractores que lo consideran a él como uno de los principales integrantes de una conspiración que pretende instalar un “nuevo orden mundial”. Como vemos, lo cortés no quita lo valiente ni lo paranoico.


Para amplificar sus predicciones, el oráculo de Microsoft también utiliza las cloacas comunicacionales del “mundo libre”. Cabe destacar que el solo advierte lo que pasará, pero no propone un cambio del modo de producción ni de relaciones sociales. El tipo solamente avisa, será por aquello del que avisa no traiciona. Imposible saberlo.


Lo que sí sabemos es que, ya en febrero de 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hacía enormes esfuerzos frente a los brotes de enfermedades y otras emergencias de salud pública mundial, manifestando no disponer de fondos suficientes para llevar a cabo sus actividades mientras las necesidades continuaban en aumento.


“Es inevitable que se declare una nueva pandemia de gripe. En este mundo interconectado, ya se dan las condiciones para que se inicie el próximo brote mundial, que es solo cuestión de tiempo y tendrá consecuencias de amplio alcance. Una pandemia grave podría provocar millones de muertes y costar más del 1% del PIB mundial” advertía la OMS, agregando que “hemos recorrido un largo camino en los 100 años que han pasado desde que la pandemia gripal de 1918 se llevó la vida de más de 100 millones de personas. Ahora, tenemos los medios para detectar los ataques la gripe y para contrarrestarlos. Cada año, la OMS recomienda virus candidatos para vacunas a fin de proteger a la población de todo el mundo contra la gripe estacional. Más de 150 instituciones de salud pública de 110 países colaboran en la vigilancia y la respuesta mundiales. Pero no hay nada que podamos predecir relativo a la gripe, ni siquiera cómo y cuándo aparecerá la próxima pandemia”(1).


Al final, tenía razón Steve Jobs. Como podemos apreciar, el oráculo de Microsoft no se caracteriza por su originalidad.


Algunos datos a tener en cuenta

El 2021 arranca con más de 88 millones de casos positivos y casi 2 millones de muertos por Covid-19 en todo el planeta, el virus no cesa de golpear. Occidente se ha convertido en el territorio más arrasado por la pandemia y el epicentro de la misma se encuentra hoy en los Estados Unidos, aunque no hemos podido confirmar si los texanos comen hurones y mucho menos murciélagos.


La pandemia, que golpeara sorpresivamente a toda la humanidad, no fue contrarrestada de la misma forma en todas partes y eso se puede notar claramente en los resultados obtenidos en los países del “mundo libre” y los otros.


Por ejemplo, si comparamos los resultados de los países del Grupo de los 8 (G8) que son los más desarrollados del “mundo libre” y del planeta frente a los resultados de los países que aún mantienen y reivindican el socialismo como proyecto para la humanidad, comprobaremos que estos últimos han sido más efectivos a la hora de enfrentar al Covid-19 y que sus instituciones y sociedades lograron contener significativamente el avance del virus en beneficio de sus pueblos y de los países vecinos.


En efecto, la población total de los ocho países más desarrollados del “mundo libre” alcanza los 918,6 millones de habitantes mientras que la población de los países que reivindican el socialismo es de 1581 millones de habitantes. En relación con la población mundial, los países del G8 representan el 12,58% de la población mientras que los países que impulsan el socialismo representan el 21,66% de la población. Hablando en criollo, son casi el doble los seres humanos que viven en un país que reivindica el socialismo.


Ahora bien, al 06/01/21 el país con mayor número de contagios en todo el mundo eran los Estados Unidos seguido por Rusia (4°); Reino Unido (5°); Francia (6°); Italia (8°); Alemania (10°); Canadá (24°) y Japón (42°). A esa fecha, el total de contagiados en los países que integran el G8 ascendía a los 34.730.724 casos positivos.


Y usted, estimado lector, se preguntará qué pasó en los países socialistas. Pues bien, el país que reivindica el socialismo y tiene el mayor número de casos positivos es China (90°), seguido por Cuba (132°); Vietnam (170°) y Laos (194°). Corea del Norte no presenta estadísticas al respecto. El total de contagiados en esos cuatro países ascendía a 110.820 casos positivos.


Estados Unidos también es el país con mayor cantidad de muertos por Covid-19, con 365.346 fallecidos. La República Popular China tiene más de cuatro veces la población total de Estados Unidos. Pero a pesar de tener más población, tiene doscientas veinticuatro veces menos infectados y setenta y seis veces menos muertos que los Estados Unidos.


Las vacunas y la guerra comercial detrás de ellas

La pandemia abrió a los grandes monopolios de la industria farmacéutica mundial la posibilidad de hacer un enorme negocio alrededor de las vacunas contra el Covid-19. Ellos buscan “salvar las dos vidas”: las de los que pueden pagar sus productos y las de sus ganancias.


En mayo de 2020, la Asamblea Anual de la OMS declaró que la futura vacuna contra el Covid-19 debería ser un “bien público mundial”, como respuesta a la iniciativa de una docena de países. El presidente chino Xi Jinping prometió públicamente que la vacuna china, una vez disponible, será un bien público mundial y que su gobierno y el pueblo chinos donarían 2.000 millones de dólares para la lucha contra el coronavirus en los países en vías de desarrollo.


A principios de Julio de 2020, el gobierno de Trump retiró a Estados Unidos de la OMS propinando un duro golpe no solamente a la OMS al cortarle de golpe los fondos de su presupuesto. También boicoteo los esfuerzos internacionales que los países vienen haciendo en busca de la solución que nos permita salir de esta crisis. El gobierno de Trump materializaba la posición unilateralista del sálvese quien pueda y la versión “salvemos las dos vidas” de los grandes monopolios y su concepción mercantilista de la salud.


Quedan muy en claro dos cosas: la primera, que el Covid-19 no tiene ideología pero las formas y los resultados de su combate sí; la segunda, que está en desarrollo una frontal lucha por la hegemonía mundial, el liderazgo global y qué tipo de mundo necesitamos los seres humanos para el futuro.


Notas

(1) OMS, “10 amenazas a la salud mundial”. Ver en https://www.who.int/features/2018/10-threats-global-heath/es/

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